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Libro de conjuros 11
Pero ¿por qué te miramos en el tiempo?
Pero ¿por qué esperamos por ti?
¡Como si no estuvieras aquí!
¡Como si no estuvieras escrita en el cielo!
¿Qué desvarío me ciega así? ¿Qué miedo
tuyo tras ti me hace correr?
¿Cómo no sé que el miedo de ver
es lo que arroja al sol a su vértigo ciego?
Pienso en el último trago y en el beso
último, y grito loco que no,
que eso no puede hacerse, que yo
no seré nunca el último yo que lo pienso;
conque me meto en mi casa, y luego vuelvo
años de haber y debe a contar,
bolas en abaco vuelvo a enhilar
de ébano y vidrio y a hablar de hacer testamento.
Pero ¡si basta salir al campo abierto
noche de estío clara!, y allá,
donde la noche ni noche es ya,
pura me miras tú, y al no verte te veo.
¡Gritos de luz! ¡Millonarias de silencio!,
tantas que ya ni número son:
'Pléyades' digo, 'Andrómeda', 'Orion',
'bóveda'; y mudo palpita todo sereno;
y el corazón que susurra «Todo esto»
siente latir la contradicción.
¡Centro del mar sin fin, corazón,
sol de la nada, flor de la sombra sin centro!
Dices «El fin del espacio», y ¿qué decreto
te ha de impedir pasar más allá?
Dices «Arriba», y sientes que ya
es el arriba un pozo en que caes sin término,
caes no sabes adonde: estoy cayendo
hacia mi no saber lo que sé;
polvo de astros pasa, y se ve
que es todo uno, que ni es vacío ni cuerpos,
uno que es dos porque no se sepa que esto
es todo nada, y ni aun nada es,
que ello soy yo, y yo sólo es
ello, la noche sin fondo en donde me pierdo.
¿Cómo va a ser? Pero ¿cómo no va a serlo,
si estoy en ello? Y en esta cruz
de la evidencia de infinitud
y lo imposible de la infinitud te encuentro.
¡Yo imposible! Ni fui ni soy ni puedo
ser lo que soy. Y tú estás ahí.
Fue de ese modo como te vi
cuando asomaba de niño al cielo desierto:
él la miraba por el balcón del huerto
clara la sombra, y ciego te vio:
«Si hay más allá...» decía «Y si no...»,
de una congoja inmensa los ojos abriendo;
de mi niño te vi: luceros negros
en mi almohada hincada eras tú.
¿Qué haces ahora? ¿Adonde vas tú?
¿Qué locura nos hace esperarte en el tiempo?
Agustín García Calvo