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Cuesta de los bomberos en la Carretera de Alfaro, Enfrente una fábrica de ladrillos y tejas, en Tudela. |
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Calle Fosal |
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Iglesia de La Magdalena y Calle Caldereros. |

Puerta de La Mejana - Desde esta puerta
se accede a La Mejana, huerta Tudelana
famosa por sus buenas verduras;
Borrajas, Alcachofas, Cardos, Achicorias,
Tomates, Pimientos, Espárragos y muchas mas.

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Calle Chapinerias
Calle Pasaje.
Iglesia de San Nicolás de Bari, detrás calle Rúa, a la izquierda calle Serralta, a la derecha y al fondo calle Caldereros, Agosto 2010. - Panorama.
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Calle Mercadál en la encrucijada - Calle Bóbeda con Calle Herrerías al fondo y Calle Pasaje - Junio 2010.


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Calle Cortadores en una noche de verano del 2008. |
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Catedral
Puerta del Juicio.
La Catedral y el Ayuntamiento en la plaza vieja - Verano 09
Puerta trasera de la catedral y Calle Portál.
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Catedral
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Calle del Juicio con la Catedral al fondo. |



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Puerta antigua en Calle Carnicerias; vista nocturna. |
Calle Horno del Pasaje
Calle Verjas |




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Cementerio
El instante que sigue todavia no ha llegado, pero el anterior ya ha pasado.
¿Que es el presente?








No hay manera de volver atras un solo segundo.
El tiempo, ese dictador implacable no lo permitiria,
no hay vivo que regrese al seno de su madre
ni muerto que regrese al momento en el que estaba vivo.
Aquí ha quedado fijo el Tiempo.
y parece que no hay regreso posible a ninguna parte ya pasada.
es...
El cementerio.
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Como esto es tan rígido según parece vamos a recitar un par de conjuros...
Como esto es tan rígido según parece vamos a recitar un par de conjuros...
Libro de conjuros 11
Pero ¿por qué te miramos en el tiempo?
Pero ¿por qué esperamos por ti?
¡Como si no estuvieras aquí!
¡Como si no estuvieras escrita en el cielo!
¿Qué desvarío me ciega así? ¿Qué miedo
tuyo tras ti me hace correr?
¿Cómo no sé que el miedo de ver
es lo que arroja al sol a su vértigo ciego?
Pienso en el último trago y en el beso
último, y grito loco que no,
que eso no puede hacerse, que yo
no seré nunca el último yo que lo pienso;
conque me meto en mi casa, y luego vuelvo
años de haber y debe a contar,
bolas en abaco vuelvo a enhilar
de ébano y vidrio y a hablar de hacer testamento.
Pero ¡si basta salir al campo abierto
noche de estío clara!, y allá,
donde la noche ni noche es ya,
pura me miras tú, y al no verte te veo.
¡Gritos de luz! ¡Millonarias de silencio!,
tantas que ya ni número son:
'Pléyades' digo, 'Andrómeda', 'Orion',
'bóveda'; y mudo palpita todo sereno;
y el corazón que susurra «Todo esto»
siente latir la contradicción.
¡Centro del mar sin fin, corazón,
sol de la nada, flor de la sombra sin centro!
Dices «El fin del espacio», y ¿qué decreto
te ha de impedir pasar más allá?
Dices «Arriba», y sientes que ya
es el arriba un pozo en que caes sin término,
caes no sabes adonde: estoy cayendo
hacia mi no saber lo que sé;
polvo de astros pasa, y se ve
que es todo uno, que ni es vacío ni cuerpos,
uno que es dos porque no se sepa que esto
es todo nada, y ni aun nada es,
que ello soy yo, y yo sólo es
ello, la noche sin fondo en donde me pierdo.
¿Cómo va a ser? Pero ¿cómo no va a serlo,
si estoy en ello? Y en esta cruz
de la evidencia de infinitud
y lo imposible de la infinitud te encuentro.
¡Yo imposible! Ni fui ni soy ni puedo
ser lo que soy. Y tú estás ahí.
Fue de ese modo como te vi
cuando asomaba de niño al cielo desierto:
él la miraba por el balcón del huerto
clara la sombra, y ciego te vio:
«Si hay más allá...» decía «Y si no...»,
de una congoja inmensa los ojos abriendo;
de mi niño te vi: luceros negros
en mi almohada hincada eras tú.
¿Qué haces ahora? ¿Adonde vas tú?
¿Qué locura nos hace esperarte en el tiempo?
Agustín García Calvo
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A contratiempo
Carabelas de Colón,
todavía estáis a tiempo.
Antes que el día os coja,
virad en redondo presto,
presto.
Tirad de escotas y velas,
pegadle al timón un vuelco,
y de cara a la mañana
desandad el derrotero.
Atrás, ¡a contratiempo!
Mirad que ya os lo aviso,
mirad que os lo prevengo:
que vais a dar con un mundo
que se llama el Mundo Nuevo,
nuevo.
Que va a hacer redondo el mundo,
como manda Tolomeo,
para que girando siga
desde lo mismo a lo mesmo.
Atrás, ¡a contratiempo!
Por delante de la costa
cuelga un muro de silencio,
si lo rompéis, chocaréis
con terremotos de hierro,
hierro.
Agua irisada de grasas
y rompeolas de huesos,
de fruta, de cabecitas
veréis los árboles llenos.
Atrás, ¡a contratiempo!
¡A orza, a orza, palomas!,
huid a vela y a remo.
El mundo que vais a hacer,
más os valiera no verlo,
verlo.
Hay montes de cartón-piedra,
ríos calientes de sebo,
arañas de veinte codos,
sierpes que vomitan fuego.
Atrás, ¡a contratiempo!
Llueve azufre y llueve tinta,
sobre selvas de cemento,
chillan colgados en jaulas
crías de monos sin pelo,
pelo.
Los indios pata-de-goma,
vistiendo chapa de acero,
por caminos de betún
ruedan rápidos y serios.
Atrás, ¡a contratiempo!
Por las calles trepidantes
ruge el león del desierto.
Por bóvedas de luz blanca
revuelan pájaros ciegos,
ciegos.
Hay un plátano gigante
en medio del cementerio
que echa por hojas papeles
marcados de cifra y sello.
Atrás, ¡a contratiempo!
Sobre pirámides rotas
alzan altares de hielo
y adoran un dios de plomo
de dientes de oro negros,
negros.
Con sacrificios humanos
aplacan al Dios del Miedo,
corazoncitos azules
sacan vivos de los pechos.
Atrás, ¡a contratiempo!
Trazan a tiros los barrios,
a escuadra parten los pueblos.
Se juntan para estar solos,
se mueven para estar quietos,
quietos.
Al avanzar a la muerte
allí lo llaman progreso.
Por túneles y cañones
sopla enloquecido el Tiempo.
Atrás, ¡a contratiempo!
Por eso, carabelitas,
oíd, si podéis, consejo:
No hagáis historia, que sólo
lo que está escrito está hecho,
hecho.
Con rumbo al sol que os nace,
id el mapa recogiendo,
por el Mar de los Sargazos
tornad a Palos, el puerto.
Atrás, ¡a contratiempo!
Monjitas arrepentidas,
entrad en el astillero.
Os desguacen armadores,
os coman salitre y muergos,
muergos.
Dormid de velas caídas
al son de los salineros
y un día de peregrinas,
id a la sierra subiendo,
Atrás, ¡a contratiempo!
Volved en Sierra de Gata
a crecer pinos y abetos.
Criar hojas y resina
y hacerles burla a los vientos,
vientos.
Allí el aire huele a vida,
se siente rodar el cielo,
y en las noches de verano
se oyen suspiros y besos.
Agustín García Calvo
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